A veces la vida pega duro

A veces la vida pega duro. Pega duro porque no estamos preparados. Nos sorprende con la guardia en baja. En esos momentos no queda otra que buscar refugio, retroceder algún paso para pisar firme y aguantarla. Cuando esto pasa es bueno pertenecer a un equipo de rugby.

Hace unos meses, en la parte de los resultados juveniles de un diario, se publicó una pequeña viñeta en la cual se mencionaba que un joven perteneciente a la categoría de “menores de 16” de un club de la U.R.B.A., pese a que su padre había fallecido durante la noche anterior al partido, pidió jugar y fue la figura del mismo.

Teniendo en cuenta que aquel joven era un adolescente, la noticia me hizo pensar sobre la importancia que tiene el rugby en los momentos difíciles, quizás especialmente para aquellos que transitan esa etapa de la vida. En la adolescencia el equipo de rugby puede funcionar como un espacio extra familiar, el cual ayuda a los jóvenes en su vida social y en su subjetividad. Los duelos forman parte de la vida de una persona, y lo interesante es que éstos también pueden ser elaborados a través de la “ovalada”.

¿Qué es un duelo?­ Es la reacción frente a la pérdida de una persona amada. Aunque éste pueda traer algunos problemas en la conducta, no se lo considera un estado patológico, a menos que la pérdida traiga consigo algunas de estas consecuencias: la cancelación del interés por el mundo externo, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad y una rebaja en la autoestima.

¿Cómo se elabora un duelo? Mediante un trabajo activo de movilización de cargas afectivas, específicamente en relación a la persona perdida. Es en estos momentos tristes y dolorosos en los que se puede apreciar la importancia de pertenecer a un equipo.

El vínculo afectivo que se tiene con el equipo puede funcionar facilitando el comienzo del duelo. El equipo deviene un lugar necesario y por momentos sagrado. Éste funciona como un escudo protector contra los golpes que recibimos afuera de la cancha., no permitiendo que el jugador se caiga. Porque amarra y a la vez promueve los mecanismos emocionales necesarios para elaborar una situación penosa, exigiéndole al jugador desviar la atención de su dolor y conectándolo con el mundo exterior. Simples actividades como enrollar una venda, cambiar tapones o doblar la camiseta reconectan, exigen la movilizan de afectos, evitan la inactividad y fortalecen al corazón.

Por último, el equipo lucha contra de la rebaja de la autoestima. Un equipo son los lazos que se producen entre sus miembros, y éstos afortunadamente no son indiferentes entre sí. Estos vínculos tienen una historia que se construye con cada una de nuestras acciones pasadas. Por eso mismo, en los momentos malos en donde la persona se siente desconcertada, extraña o desconocida, el equipo aparece convocándola a ser lo mejor que fue.

Es paradójico pensar que entre tackles, rucks y golpes, se puede no solo descansar un poco de los infortunios de la vida, sino también defenderse y dar pelea, y a veces hasta despedirse de alguien amado.

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